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Yoga en las aulas. Mejora de la práctica docente

Décima sexta entrada. Confieso, que estas últimas entradas me suponen un gran esfuerzo. Se me acumulan las tareas de trabajo de todas las asignaturas para el máster, y están las clases que doy por las tardes (no sólo del aire y del amor vive servidora), y está la familia, que por cierto se merece infinitas GRACIAS por apoyarme y aguantarme y soportar mi ausencia en demasiadas ocasiones. En fin: cansancio en la sexta semana. Cojo aire y me pongo:

  

La décima quinta clase trataba sobre los procesos de interacción y comunicación dentro del aula, desde el punto de vista del docente. Ilustrada como siempre a raíz de varios ejemplos, como el poder de la manipulación a través de un experimento reflejada en la conocida película alemana ”La Ola”. O la capacidad de influencia del profesor sobre la conducta de sus alumnos, cuyo ejemplo queda reflejado en el documental “Una clase dividida” que da a conocer el interesante experimento sobre el efecto de la discriminación que la profesora estadounidense Jane Elliott llevó a cabo en sus aulas.

 

La temática analizada en clase, nos lleva a la reflexión para esta entrada. ¿Cómo pienso mejorar mi propia práctica docente? ¿En qué manera puedo aportar un granito de arena de innovación a mis alumnos? Tela tarea.

Resulta, que como llevo impartiendo ya algunos años clases tanto de yoga como de alemán a jóvenes y adultos, he llegado a pensar en los buenos resultados que daría la combinación de las dos disciplinas. Precisamente en el trabajo con adolescentes me parece importante enseñar el cuidado de uno mismo y del equilibrio entre cuerpo, mente y emociones. En estos momentos, el peso de la educación escolar está en gran parte enfocado al desarrollo mental, y ni siquiera desde el cuidado. Este desequilibrio me preocupa seriamente para mi trabajo en el aula. La pirámide de Maslow ilustra la teoría de motivación que trata de explicar qué impulsa la conducta humana. Consta de cinco niveles que están ordenados jerárquicamente según las necesidades humanas que atraviesan todas las personas. En la base, encontramos las necesidades básicas que han de cubrirse para que podamos llegar al resto de niveles. Y es en esta base, donde incluiría mi propuesta para la mejoría de la práctica docente:

 

 

Mis clases de alemán son extraescolares, y por lo tanto se imparten por las tardes, después de las 6 horas que ya han estado en el instituto o, en caso de los adultos, después de las horas del trabajo. Por muy dinámicas y participativas que diseño las clases (y SIEMPRE procuro que lo sean), es inevitable que en 90 minutos de clase se apodera el cansancio tanto de los alumnos como de mí. Este hecho fisiológico (sobran estudios científicos demostrando que nuestra capacidad de atención está bastante limitada en el tiempo que no supera los ¡15 minutos!), me lleva a la necesidad de introducir una pausa de recreo y cuidado como práctica saludable, que debería consistir al menos en levantarnos de las sillas, movernos, estirarnos, salir fuera del aula y si es posible al aire fresco, ventilar la sala, beber agua, comer fruta y/o frutos secos, en resumen: mover nuestros cuerpos y recargar energías del modo que cada uno necesite.

Creo que bastan entre 5 y 10 minutos, y creo que en vez de tiempo restado como parece, es tiempo ganado. Incluiría volver de este recreo con una mini- meditación guiada por el profesor, cerrando los ojos y pidiendo al alumno a recorrer mentalmente su cuerpo (estado físico), a prestar atención a su respiración y no a los pensamientos (estado mental) y cómo se siento en este momento (estado emocional). Sería cuestión de varias clases, sobre todo para alumnos que nunca han practicado similares dinámicas, hasta que se vaya asentando la práctica. Y paulatinamente guiaría las sesiones de recreo hacia una mini- sesión de yoga (estiramientos, técnicas de respiración, meditación).

 

 

Estoy convencida, de que traerá buenos resultados tanto para el rendimiento intelectual como para la salud física, mental y emocional de alumnos y profesores. Cuidarse y ser consciente de cómo estoy y cómo me estoy tratando es fundamental para uno mismo, y lo reflejamos en nuestra relación con los demás. Y estoy convencida también, de que influirá positivamente en la motivación, la alegría vital y la curiosidad del alumno, fuente imprescindible para el aprendizaje en el aula.

 

Y antes de terminar, me gustaría dedicar esta entrada a una compañera especial y maravillosa, a la que admiro y a la que he cogido muchísimo cariño: Vicky (aquí os dejo su blog, que es una gozada de leer

https://buda-eladolescente.blogspot.com)

Vicky también es yogui y profesora, y además una gran mujer, inteligente, lista, comprometida, cálida, creativa, valiente, divertida y me encantaría hacer un proyecto educativo así con ella.

 

Os dejo AQUÍ para más inspiración y emoción un video de Christine McArdle, una de mis admiradas maestras, referentes y luchadora incansable de acercar la práctica del yoga a niños y adolescentes, fuera y dentro del aula.

 

 

 

 

 

Comentarios

  1. Me ha encantado la entrada. Seguro que eres una profesora magnífica.
    Me encantaría poder tener tiempo para practicar yoga, seguro que me encontraría mucho mejor.

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias preciosa! Pués sí, lo recomiendo, yo no podría vivir sin ello.
      Un abrazo, compañera

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  2. Bueno, bueno, bueno... Hecho.

    Trato hecho, desde aquí te lo digo. Un proyecto de estas características me parece a) útil, b) importante, c) beneficioso y d) SUPER INTERESANTE.

    Muchas gracias, Anne, por ser tan díscola y divertida, ¡el mundo lo necesita! ¡Y muchas gracias por tantas bonitas palabras!

    ResponderEliminar

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