En la
décima novena clase toca práctica, y un tema de suma importancia: CONFLICTOS EN
EL AULA. Como dinámica en grupos y a raíz de un ejemplo dado que
puede dar pie al desarrollo de un conflicto, hemos intentado encontrar medidas
para resolverlo o minimizarlo.
La convivencia
entre seres humanos genera siempre conflictos, forma parte de nuestra
naturaleza, no lo podemos evitar. Dos o más personas o grupos perciben o tienen
posiciones, valores, intereses, aspiraciones, necesidades o
deseos contrapuestos.
La cuestión, y ahí
el papel clave de la educación, es cómo responder
y tratarlo.
Solemos asociar la palabra conflicto como algo negativo. Se
relaciona con la lucha, el enfrentamiento, la violencia, etc. Es cierto que en
muchas ocasiones los conflictos son situaciones poco agradables para los que
los padecen, ya que pueden implicar marginación, violencia física o verbal,
etc. Pero ello no implica que debamos abordarlo desde esta única perspectiva. Desde
mi experiencia durante los últimos años de enfrentarme a conflictos en el día a
día, y también en el aula, una manera que me resulta eficaz es invertir ese estigma.
Suelo enfocar el conflicto como una oportunidad para parar, analizar y trabajar,
por ejemplo, las emociones. Y siempre aprender de este proceso.
En el
ámbito aula, intento trabajarlo de la misma manera. Voy a contaros un caso de
mi experiencia en las clases. Durante un curso, tuve un niño de 1º de la ESO,
que no me dejaba trabajar con el grupo. Molestaba, no se callaba, siempre
buscaba (y encontraba) algún otro aliado, y agitaba al resto de sus compañeros.
Siempre me reventaba la clase. Intenté de muchas maneras encauzarlo, le
avisaba, le castigaba, le ignoraba, le mandaba una nota a su casa, hablé con él
a solas, hablé con sus padres, le mandé fuera un ratillo en los momentos más
desesperados, etc. No funcionó ninguna de esas medidas, salvo por un momento de
calma, pero resultaron todas ineficaces. En el colegio e instituto le habían
puesto la etiqueta “TDAH”. Salí agotada e insatisfecha de cada clase. Me puse a
pensar y a analizar sus constantes llamadas de atención, me puse a leer a psicólogos que trabajan sobre
todo desde la emoción y a profesores, como mi conocido referente César Bona,
que aplica métodos poco ortodoxos pero eficaces. Y lo hablé con una amiga
profesora y terapeuta. Ella me hizo una pregunta interesante y sencilla, como
solo los buenos terapeutas son capaces de hacer: “Por qué no le conviertes en
tu aliado?”
Me
quedé un poco perpleja, pero abierta y dispuesta a emplear otros métodos, ya
que todo lo que había probado no me había funcionado. Y empecé a darle tareas: a
limpiar la pizarra, a repartir folios, a recoger trabajos de sus compañeros
para entregármelos, a abrir la ventana, a apagar las luces para ver videos, etc.
Se convirtió en mi mano derecha. No quiero decir que los resultados venían de inmediato,
pero noté, que le gustaba mucho el papel especial que le otorgue en clase. Le veía.
Seguí muy firme con él, cuando la liaba, le castigué dejándole sin tarea de
ayudante. Poco a poco mejoraba la situación en clase, lejos de ser óptima, Otra
cosa que experimenté fue, descargarle de trabajos. Notaba, cuando este alumno llegó
bastante antes que sus compañeros a sus límites, cuando no podía prestar más
atención, por mucho que lo intentaba. Entonces en vez de la hoja de trabajos,
le daba un mándala para colorear. Le dije, que su única tarea era, no impedir a
los demás trabajar. Y a medida que me funcionaba, me relajé y confié en mi
sensibilidad. Claro, que sus compañeros a veces también tenían un mal día, y confieso,
que había días y momentos, en los que toda la clase pintaba mándalas, me lo
pedían. Cuando terminaron, estaban más relajados y recargados, y podíamos seguir
con la materia. ¿Perdía tiempo? Seguramente. Pero creo que si no, tampoco hubiéramos
podido dar clase en condiciones, con la diferencia, de que hubiéramos sufrido
todos, ellos y yo.
*debería negociar con César alguna recompensa por las veces que recomiendo sus publicaciones y métodos :)
A mí me
funciona parar y analizar. Hablar y escuchar con el alumno conflictivo. Aprendimos
todos una gran lección. Yo, por primera vez, comprendí qué es trabajar la “atención
a la diversidad”. Me arriesgué en ese momento, pero hasta hoy es un método que
me funciona.
También
me funciona, mostrarme en todo momento coherente y
firme. Al principio con todo grupo nuevo establecemos las normas
importantes para el funcionamiento de clase y para la convivencia. Los alumnos ponen
las normas, las consensuamos y también ponen, qué consecuencias tiene el no
respeto de estas normas. Dedicamos bastante tiempo, esfuerzo y esmero en la
elaboración, y colgamos las normas visibles para todos en el aula.
Afortunadamente hasta ahora no he
presenciado en mi práctica ningún caso de acoso escolar.Seré inflexible ante cualquier intento. Además, aprovecharé a trabajar el tema
en estrecha colaboración con toda la comunidad educativa (mediadores, etc.) y
bajo dirección del equipo orientador.
Para terminar, dejo el enlace a una entrevista con la experta en Mediación Escolar M. Carme Boqué, excelente formadora y referente como mediadora.
Madre mía, Anne. Tus entradas son muy intensas por la cantidad de experiencia que tienes. Me encanta el consejo que te dieron y que te ayudase a relajar el ambiente en clase. Eres, realmente, una persona de la que los demás podemos aprender en clase. Ojalá personas como tú tuviesen más voz en el aula, todos aprenderíamos más. Enhorabuena, un abrazo.
ResponderEliminarGracias por las flores, cielo. Lo mismo digo. No pierdas tu frescura en las aulas. Me encantaría ser compañera tuya en un centro, sinceramente. Espero que l@s que tengan esa suerte, te miman con buñuelos con trufa. Un abrazo
EliminarMaestra! Me alegra que hayas leído esta entrada, aunque creo que en todas hay una parte tuya. Sembraste en mí mucho para que camine hoy por aquí y por este máster, gracias por los empujoncitos ;) Espero tener la suerte de disfrutar durante mucho tiempo de tu compañía y amistad, y de apoyarnos mutuamente en los infiernos y en la gloria dentro y fuera de las aulas. Muak!
ResponderEliminarEs muy bonito que no te rindieras con ese alumno y consiguieses la forma de tratar con él más adecuada. Es una entrada muy interesante y digno de admirar que siguieras intentando cosas y más cosas, porque si algo no funciona no sirve de nada mantenerlo por ver si algún día da la casualidad de que empieza a funcionar. Muchas gracias por compartir esto con nosotros, es un gran consejo y un ejemplo a seguir. Un abrazo enorme!
ResponderEliminarMuchas gracias, Sara!
EliminarEres para mí un tesoro encontrado en este máster, doy gracias por esta oportunidad de conocer personas muy válidas y de tan diferentes especialidades. Es, con diferencia, lo más grande que me llevo de esta primera etapa "másteril".
Seguiré leyendo tu blog, que he ido descubriendo en los últimos días, y me encanta como aportas mucha inteligencia y sentido común y por supuesto conocimiento en tu campo de las ciencias químicas. Espero que sigas compartiendo a través del blog altos y bajos de tu camino, me gustaría seguirlo leyendo. Y desde que compartiste en nuestro primer grupo de trabajo en esta asignatura tu experiencia en el IES Nuñez de Arce, tengo en cuenta tu referencia para cuando le toque bachillerato a mi hija ;) Un abrazo fuerte, y mucha suerte (mira, rima :)) Anne