Llegamos
al final del módulo genérico de este máster, y con ello nos despedimos de lo
que para mí ha sido lo más gratificante de esta etapa: el grupo de compañeros y
esta asignatura “Procesos y contextos educativos” de la mano del profesor Xoán
González. Gracias maestro y maestros compañeros, por hacerlo llevadero, me
llevo calidad y calidez humana, interesantes miradas hacia y desde otras
carreras y confío en que nuestros caminos, al menos con algunos, vuelvan a
cruzarse.
Para
la última y vigésima entrada toca mirar al futuro e imaginarnos LA EDUCACIÓN EN
EL 2030. Después de 19 entradas en este blog ya me conocéis, sabéis
que soy una idealista en el presente, así que para qué irnos al 2030. Se dice
que quién piensa en el mañana no vive en el presente.
Me
gustaría, que el futuro que llevo soñando ya fuera el presente. Llevo
trabajando y aportando granitos de arena para cambios en la educación desde
hace 12 años, cuando mi hija entró en contacto directo con el sistema educativo
español. En 12 años han cambiado cosas, pero por mi gusto muy pocas. Por
supuesto es un logro que por ley tenemos garantizados el derecho y la
obligación a una educación escolar, y gratuita. Es fundamental. Desde esta
base, donde debemos evolucionar, bajo mi punto de vista, es en cuestiones de
calidad.
Ahora
nos toca imaginarnos la educación dentro de 11 años, que es muy poco tiempo. Sí
es cierto, que vivimos un tiempo de profundas transformaciones a nivel global que
afectan a casi todos los ámbitos de la sociedad. Transformaciones que nos piden
adaptarnos y seguir aprendiendo a lo largo de nuestra vida. El sector de la
educación puede seguir siendo un sector clave en este proceso, si es capaz de
convertirse en un sector abierto al cambio. Como alertó el experto y asesor de
gobiernos en materia educativa, Ken Robinson, ya en 2006: “Las escuelas tradicionales matan la creatividad porque funcionan como fábricas, con compartimentos
separados, horarios fijos, bloques de tiempo y evaluaciones constantes para
determinar si son aptos para continuar ahí o no”.
Así
que comparto con vosotros, lo que me mueve para cambiar. Lo que echo en falta
en las escuelas de hoy, es que sean lugares a los que ir con ganas. Quiero una educación apasionada.
Quiero que las aulas sean lugares vivos y acogedoras, a los que alumnos,
docentes y toda la comunidad educativa acuden motivados para participar en un proceso
creativo de aprendizaje y educación civil. Quiero que las escuelas
sean centros en los que reinan el debate crítico y respetuoso, el intercambio
de conocimientos, ideas, creaciones. Que sean centros vivos, de enriquecimiento
mutuo entre todos los que forman parte de la comunidad educativa. Que sean
puntos de encuentro para los talentos que trae cada uno. Que sean de jerarquía
horizontal, y que nos permitan a toda la comunidad educativa a crecer y
aprender mutuamente. Y que la educación se abra a la multiculturalidad
de nuestra sociedad. Pienso, que si se aprovecha como pretexto académico,
genera momentos de éxito. La escuela de hoy y de mañana debe generar espacios
éticos y pedagógicos para la diversidad de tal forma que se pueda hacer
evidente cómo los estudiantes se convierten en ciudadanos del mundo, en donde
el currículo se construye para la formación de seres humanos que interactúan en
la búsqueda de estrategias de mejoramiento de la calidad de vida. ¡Que así sea!
Para terminar comparto esta recomendable entrevista con Ramón Flecha sobre Comunidades de Aprendizaje como modelo para la escuela del
siglo XXI.
Me encanta tu visión tan humanista de la escuela del futuro. que esperemos que no sea un futuro muy lejano.
ResponderEliminar